jueves, 10 de julio de 2008

El mono y el agua

Tengo un libro que se llama "Tales of the Whirling Dervishes". Los dervish son una secta antigua de los Sufi y son famosos, entre otras cosas, por su forma de bailar dando vueltas y vueltas (eso es lo que significa 'whirling' en inglés). Uno de los cuentos en este libro se llama "Cómo atrapar los monos". Se trata de una botella con una cereza en su fondo que el mono agarra. Me hizo recordar un documental que vi hace muchos año acerca de como ciertos tribus nómadas de Africa encuentran una fuente de agua cuando llegan a un nuevo lugar. Es muy parecido al cuento que leí y me pregunté por la influencia (¿los Sufis lo aprendieron de esos tribus o al revés?). El documental fue fascinante y decía básicamente lo siguiente:

Cuando llega el tribu a un nuevo lugar una de sus prioridades es buscar una fuente de agua. Para hacerlo, uno de los hombres va en búsqueda de un grupo de monos que estén cerca de unos árboles. Encontrándolos, el hombre saca del bolso que trae un cincel. Toma una piedra y con el cincel empieza a excavar un hoyo en uno de los árboles. Hace un túnel de más o menos 15 centímetros y al final del tunel excava un espacio más grande. Mientras tanto todos los monos del lugar le están viendo. Todo el ruido que hace el hombre y su actividad les atrae. Están muy interesados. Terminando la excavación el hombre saca de su bolso varias piedras pulidas y las sacude en su mano para que los monos escuchen. Las pone en el hoyo que excavó al final del túnel. Luego agarra su cosas y se va a un lugar cerca y se esconde tras un arbusto o algo así. Tarde o temprano los monos se acercan al árbol donde estaba trabajando el hombre. Uno de los más aventurados se acerca al hoyo, echa un vistazo adentro, luego mete la mano y luego todo el brazo. Al final toca las piedras pulidas y las agarra el mono. Pero ahora su mano es un puño y cuando intenta extraer su mano del túnel encuentra que no cabe. No puede sacar su mano. En este momento viene el hombre corriendo. El mono tiene una mirada de terror, quiere correr pero no puede porque no puede sacar la mano del túnel. Podría si sólo soltara las piedras pero también quiere las piedras. En este momento de indecisión el hombre llega al mono y lo atrapa. Saca la mano forzosamente y luego amarra el mono al árbol. De su bolso saca un bloque de sal y ahí deja el mono un par de días. Cuando regresa ve que el mono comió toda la sal y tiene una sed enorme. Lo desamarra del árbol y el mono va corriendo a la fuente subterránea secreta de agua y el hombre va corriendo tras él. Y así es cómo el tribu encuentra el agua! Bonito, ¿no?

En el cuenta de los Sufi se trata de una botela con una cereza en su fondo. Metiendo la mano y agarrando la cereza el mono no puede sacar la mano. Me fascinó ver esta casi misma historia en dos culturas muy diferentes.

domingo, 6 de julio de 2008

¿De qué sirve extrañar a alguien?

Le dije a un amigo, “Te extraño”. Me respondió, “No me extrañes. No sirve de mucho.”

Me lo dijo en un mensaje a mi celular. Si me lo hubiera dicho en una conversación cara a cara no hubiera sabido responderle. Mis ojos hubieran buscado el piso, mis manos los bolsillos de mis pantalones. Envidio las personas que en seguida pueden responder con algo ingenioso, penetrante y certero, respuesta tras respuesta, en un staccato de ideas y bon mots sostenido y divertido. Yo no soy así. Mi estilo es más bien un lento crescendo, mucha repetición y variaciones sutiles, subiendo poco a poco hasta llegar al clímax, a mi respuesta. Eso, obviamente, requiere de tiempo, y paciencia por parte de mi interlocutor, y también una virtud de mi parte. Me refiero al poder de mantener claramente en la memoria aquella afirmación a que responderé, como la que me hizo mi amigo. Es que, por la variedad de ideas que voy planteando y tejiendo y la lentitud con la que lo hago es muy fácil que me pierda, que vea una conexión con una cuestión aledaña y que el peso de la maraña de mis ideas vayan creciendo (crescendo) hacia otra cuestión. O sea, las ideas que forman la frase musical que es mi respuesta pueden relacionarse potencialmente con una infinidad de otras ideas. Las bifurcaciones que representan estas conexiones se extienden fractalmente hacia el infinito, de modo que, partiendo de una idea como “un mensaje a mi celular” o “ un staccato de ideas” podría llegar tarde o temprano a discutir los hábitos sexuales de Ghengis Khan, por ejemplo, o la fuerza gravitacional entre la luna y la Tierra. Por tanto, necesito que algo ancle estas divagaciones, que las haga vibrar o bailar alrededor de un centro, como hace Júpiter con sus lunas. La afirmación de mi amigo es ese centro. Con su peso, representado en mi memoria, proporciona un campo de atracción en el que mis ideas puedan formar una constelación. Es una especie de timón que impide que mis ideas vayan a la deriva.

Pero mi atención no se presta a una sola afirmación, aunque tampoco a la totalidad de todo lo que escucho y percibo. Más bien, el universo de mi conciencia se ilumina por la bóveda de mi memoria en la que he colocado diferentes estrellas, algunas solitas, algunas en proximidad con otras formando constelaciones. He orbitado por todas estas estrellas en algún momento u otro y he encontrado algo provechoso e importante en todas. No sé cuando podré volver a orbitarlas pero el deseo de hacerlo, el extrañarlas, me hace ver cada terreno nuevo como en alguna medida familiar. Si de repente toda luz en mi memoria se apagara . . .

jueves, 31 de enero de 2008

maybe not

Tiene tiempo que no escribo aquí. Las razones son diversas, algunas buenas, otras no. Las veo rociadas a lo largo del sendero de ese tiempo trascurrido. No, sendero no, más bien autopista, recto, recién recarpetado. A los lados bosques vírgenes. Por ahí hay algún sendero. Me espera en el silencio de la oscuridad.

martes, 22 de enero de 2008

Nietzsche: filósofo, artista, santo



Voy a ofrecer un curso sobre el pensamiento de Nietzsche este semestre, por si les interesa. Será en la facultad de filosofía de la UV. Vamos a leer El origen de la tragedia, La genealogía de la moral, Así Habló Zaratustra, y una colección de aforismos. Tiene tres o cuatro años que no doy un curso sobre él. Volver con el loco ese me recarga las pilas. Tengo ganas de emepzarlo. Ahí nos veremos.