jueves, 29 de noviembre de 2007

El glamour en la oscuridad

Hace tiempo tuve un perfil en un sitio de redes sociales que se llama hi5. Puedes buscar perfiles y si te gusta uno puedes mandarle un mensaje diciéndole que te gustaría ser su amigo. Si el otro acpeta nada más pincha un botón y se agrega a tu lista de amigos. Hay gente con cientos y hasta miles de amigos. Todo el mundo sabe que esto no se trata de amigos. Quizá esté en contacto con tres o cuatro en su lista pero los demás son como una especie de harén. Están ahí para que el usuario se sienta glamoroso.

¿Qué es el glamour? En su libro Ways of Seeing John Berger lo describe como "El estado de ser envidiado". "Ser enviado es una forma solitaria de tranquilidad. Depende precisamente de no compartir tu experiencia con aquellos que te envidian. Te observan con interés pero tú no observas con interés - pues si lo haces, serás menos envidiable." La gente que anda con lentes de sol, aun cuando no hay sol, pueden aprovechar esta curiosa relación. Otros la ven, y esta persona lo sabe, pero debido a la oscuridad de los lentes los otros no son reciprocados con la mirada. Los otros son los adoradores del glamour.

Los chavos que tienen una lista de 1,500 amigos en su perfil están haciendo algo parecido. En lugar de esconderse tras unos lentes de sol está escondido en la anonimidad del internet y así puede ostentar su lista de amigos. El hecho de que tantos aceptaron ser su amigo le hace envidiable, glamoroso. Sabe que los que ven su perfil tienen esa reacción de envidiarle. Bueno, muchos sí, los chavitos sí, yo no. Lo veo como señal de superficialidad y nada envidiable. Si me encontrara con tal persona en la calle o un café seguro que me parecería más que banal.

Sin embargo aquí estoy, solo. En mi cavernosa casa en la que mi eco se reverbera de un extremo al otro, ando solo. Tecleo estas palabras. Los amigos que tengo son buenísimos. Me quieren mucho y los quiero a ellos. Pero no es suficiente. Siempre llega el momento de la despedida. Cada quien va a su casa. En la oscuridad me paro ante el espejo, toco su marco, paso la mano por encima del rostro que vería si sólo encendiera la luz.

El Dalai Lama, jajajajaj


El Dalai Lama (al menos su decimocuarta reencarnación) es una de las personas que más admiro en este mundo o que más me sirve de modelo a seguir. Tiene muchas cualidades que llaman la atención, por ejemplo su equanimidad y actitud compasiva ante la opresión de China a los tibetanos, su dominio de la filosofía y espiritualidad budista, entre otras. Pero lo que más me llama la atención es que es un líder espiritual que se ríe. He visto muchos videos de él hablando y jamás he visto que pasen tres minutos en los que no se ríe. Jamás he escuchado al papa reírse ni a ningún otro líder espiritual. Todos tan serios, como si Dios les lanzara un rayo si contaran un chiste. La risa del Dalai Lama es como la célebre mantra "OM" que cantan los monjes en su meditación, pero más accesible y directo. La risa es una de las pocas cosas que conservamos más o menos intacto de nuestra juventud, un vestigio de nuestra inocencia y quizá de nuestra religiosidad natural. Pronto maduramos y las más de las veces nos corrompimos (Rousseau dice que el animal humano es el único animal capaz de convertirse en imbécil). Deberíamos cultivar, como el Dalai Lama, la risa de los niños. No es por nada que Jesús dice que hay que ser como niños para entrar al reino de su padre. En Así Habló Zaratustra Nietzsche habla de las tres transformaciones del espíritu. La última transformación es en un niño, precisamente por su inocencia de la cual la risa es una clara señal. La risa es una forma de manifestar, y hacer efectiva, nuestra conexión con los demás seres vivos. Quizá por eso los adultos tan solemnes se sienten tan solos.

La risa del Dalai Lama, más que la de los niños, me llena de alegría porque me enseña, como las estrellas de Mahuixtlan, la cara divina del cosmos.

martes, 27 de noviembre de 2007

El hombre más sexy del mundo.

Hace muchos años en Boston trabajaba en una librería. Entre mis compañeros había un chavo que se llamaba Michael Kruse. Me encantaba. Era alto, delgado, un poco "nerdy", hermoso. De hecho fue él quien me dio un libro de los escritos de C. S. Peirce, me lo recomendó. Lo leí únicamente para agradarle a Michael, para tener algo más de que platicar. Resulta que me fascinaron los escritos y ahora soy especialista en su pensamiento. Gracias Michael. Además había una chava que se llamaba Sally Munro. Eramos buenos amigos los tres, a pesar del hecho de que yo estaba enamorado de Michael, Michael enamorado de Sally, y Sally enamorada de mi. Nos daba mucha risa esa triángulo amoroso.

Ibamos mucho a jugar boliche. Anoche en casa vi unas fotos que tomamos una vez jugando y me acordaba de ellos. Muchos años han pasado desde que los vi por última vez. Me gustaría saber por donde andan ahora, si están felices, enamorados de alguien. Espero que sí.

Tiempo después de dejar de verlos estuve en una librería hojeando una biografía de John F. Kennedy Jr., guapísimo hijo del famoso presidente de EU. En la sección de fotos vi una foto de él con una chica que se parecía mucho a Sally. Leyendo la información debajo de la foto vi que en efecto era ella! Una ex-novia de JFK Jr. quería conmigo! Eso me consuela cuando pienso que nadie me quiere.

Viñetas II

Pago la cuenta de luz con los cadáveres de luciérnagas.

Lamer mi imágen en el espejo me hace ronrronear.

Volverme ciego para leer como Borges.

Conceptos que caen como gotas del techo de mi cerebro.

Sacar puntas a los lápices me llena de alegría.

Eres famoso cuando tu apellido se convierte en adjetivo.

Teorías con fecha de caducidad, para que no dejemos de pensar.

Cuando escribo con pluma y tintero los pensamientos caen como neblina.

Espero reencarnarme con la cara de Nefertiti y la voz de Maya Angelou.

Imagínate que Beethoven escribiera epígrafes a sus sinfonías. ¿De qué servirían?

83.5% de las estadísticas son inventadas.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Desvistiendo a mi novia

Hace varios años estuve de viaje con mis papás en EU. Nos paramos a comer en un restaurante. Nos sentamos en una mesa al lado de una ventana. Pasaron 15 minutos, llegó la comida, estábamos comiendo y de repente uno de ellos se dieron cuenta de que afuerita, debajo de la ventana, estaba tirado un hombre, un "homeless". Su ropa estaba muy sucia, la barba la llevaba muy larga y parecía estar dormido. De manera despectiva uno de mis padres, no recuerdo cuál, dijo "¿por qué no busco un trabajo en lugar de andar de vago?" No pude creer lo que había escuchado. Mis papás son gente decente, cristianos, me dieron mucho amor y apoyo en mi juventud. La verdad no esperaba escuchar tal cosa. Con mi papá siempre discuto cosas sobre religión y política. Rara vez estamos de acuerdo en algo en ese aspecto, pero ese comentario me sacó totalmente de onda.

Mis papás se preocupan por el hecho de que no sea cristiano. Fui criado así, pero la abandoné hace muchos años. En ese momento les dije, "¿Quieren saber por qué no soy cristiano?" Me miraban estupefactos. "Porque yo no puedo vivir como Cristo." Para mi, ser cristiano no se trata de creencias sino de vivir como él, y vivir así implica amar a todos incondicionalmente. Si Cristo estuviera aquí no hubiera hecho ese comentario sino que hubiera salido a darle de comer a ese hombre. Le hubiera dado su ropa limpia. "Lo que haces al menor de mis hermanos eso lo haces a mi." Quizá el único cristiano que conozco es la Madre teresa. Los demás son farsantes. Más radical aun sería la afirmación de Nietzsche, "En verdad hubo un solo cristiano y él murió en la cruz."

En parte por eso me atrajo la filosofía. Un filósofo no es un sabio sino un amante de la sabiduría, aspira a ser sabio. Siempre me ha gustado esa idea. Pero ahora que reflexiono sobre esa escena con mis papás reconozco que soy tan culpables como ellos. Me explico.

Mi madre nació católica, así que toda su vida la ha experimentado como algo natural, pero mi padre no. Es un converso al catolicismo. Tuvo una experiencia que le transformó y recuerdo en mi juventud cómo el ardor de su conversión se manifestaba en su trato con la gente, su manera de ser, y todo. Era algo muy vivo y sincero. Ahora en la vejez veo cómo su creencia religiosa se ha adaptado a la ideología de derecha en los EU. Es algo muy cómodo y lleno de fórmulas blancas y negras para tratar cualquier cuestión de política o moralidad. El comentario sobre los homeless pudo haber salido de la boca del Presidente Reagan. En una escala macro vemos cómo la experiencia muy personal y extática de los discípulos de Jesús se convirtió, con el tiempo, en la rigidez dogmática de la Iglesia institucional (igual la relación Sócrates: platonismo). Pues lo mismo le pasó a mi padre y, lamento decirlo, lo mismo me ha pasado a mi.

Me enamoré de la filosofía (en la entrada "La fuente metafísica del cosmos" hablo de eso). Un filósofo ha dicho "[La filosofía] de un hombre debe ser amado y reverenciado como su novia, a quien ha elegido de entre todo el mundo." Pues así escogí a la filosofía y al principio todo fue muy bien, pero me encuentro ahora casi 20 años después en un matrimonio cómodo. La verdad no me puedo quejar, pero como cualquier relación ésta ha llegado a su rutina. La emoción que se sentía al principio se disminuyó y pronto empecé a comparar mi esposa con las de otros. Le compraba los vestidos de moda en su momento y siempre íbamos a los eventos y fiestas más importantes para que nos vieran. La mirada social nos ha aprobado, somos respetados. Aunque no podría imaginar mi vida sin ella, debo confesar que tengo un amante. Se llama Poesía, una gitana con mirada oscura. Nos vemos de vez en cuando en un pueblo cerca de aquí. Me toma en sus brazos, desvistiéndome, sintiendo la tensión en los músculos, quejándose de las reglas tan rígidas que dejo regir mi vida. Regreso, en esos momentos que tenemos, a la magia de mi cortejo con la filosofía. Me ha tentado la idea de dejarla y casarme con la gitana, pero sé que pasaría lo mismo, que pronto buscaría otro amante.

El cortejo es lo que mantiene viva la pasión. "Suponiendo que la verdad sea una mujer . . ." nos dice Nietzsche. Esta espléndida afirmación supone que hemos tratado la verdad hasta ahora como un hombre, como un adversario en el campo de batalla que tiene que ser sojuzgado. Es un concepto que va muy a la mano con la visión cartesiana/newtoniana del mundo donde hay que dominarlo y ordenarlo, ponerlo en su lugar. Imponemos nuestra lógica sobre él como si echáramos una red para atraparlo. Es lo que hice con mi novia, convirtiéndola así en mi esposa. Con las fajas, tacones y vestidos la hice a mi imagen y con eso dejó ella de ser mujer y yo de ser amante. Ahora somos cónyuges.

Es hora de volver a verla como mi amante la gitana, de desvestirla, listón por listón, tacón por tacón y estar con ella de nuevo, desnudos, bajo la sábana del cielo nocturno.

domingo, 18 de noviembre de 2007

La banda sonora de la vida

He pensado a menudo que a la vida le falta una banda sonora. Quizá no le falte pero sería bonito que la tuviera. Imagínate ver una película sin nada de música. La experiencia sería cualitativamente distinta. El director añade música para dar el tono emocional a la historia que cuenta. Une las diferentes escenas en una totalidad emocional que ayuda llevar la película adelante hacia su fin. Aun sin música, buenos actores y un buen director podrían provocar emociones, como en el teatro, pero no con la misma intensidad. La verdad no sé qué tiene la música que hace que sea tan capaz de suscitar emociones y dar unidad a un conjunto de sucesos. A veces veo mi vida, el pasado y el presente y todo lo que he hecho y quisiera sentir su totalidad como se siente el arreglo de notas en una sinfonía.

Esto me hace pensar en un cuento de Borges (no recuerdo cual) en el que el narrador habla de todos los pasos que tomamos en la vida, por aquí por allá, arriba y abajo, y cuando vemos hacia a trás y por nuestro alrededor sólo vemos una confusión de huellas. Dice el narrador que aunque no podemos percibir algún orden en todo eso, desde el punto de vista divino el conjunto de todos los pasos constituye una totalidad inteligible. Todo se relaciona con lo demás y tiene sentido dice. Pero para Dios! Quisiera poder percibir o sentir esa totalidad yo. Puedo pensar ese conjunto en términos de las metas que me he propuesto y ver que se han cumplido, pero no es igual, no es suficiente.

Creo que esta sensación tiene que ver con lo que Kundera habla en La insoportable levedad del ser. El protagonista, Tomás, experimenta el ser como sumamente leve. Todo lo que hace, todas las decisiones que ha tomado en su vida, son resultado de su libertad. Entre las incontables posibilidades para el desarrollo de su vida escogió las que la configuran actualmente. Lo que le llevó a tomar tales o cuales decisiones no era algo eterno, transcendente, fijo, canónico, pesado, sino algo que se basaba únicamente en el capricho de su voluntad y por tanto siente su vida como insignificante, como leve, no atada a nada que le diera la sensación de pesadez. En buena medida siento lo mismo. Ojo, he tenido mucho placer, logros, amigos, etc en mi vida hasta ahora y la he disfrutado pero no puedo evitar esa sensación de su levedad, como Tomás. Eso es lo que es insoportable.

De alguna forma busco lo pesado. Mucha gente lo encuentra en la religión. Pienso en mi abuela. Para ella toda su vida tiene sentido porque la ha hecho caber cómodamente dentro de los contornos de la fe católica. Todo lo que ha hecho y lo que hace se desliza sin ruido alguno dentro de las ranuras de la cosmovisión cristiana. Por alguna razón me viene a la mente la imágen de dormir muy rico bajo la pesadez de muchas cobijas. Dormir ni siquiera con una sábana es muy incómodo, por lo menos para mi. Pero ¿dónde encontrar esas cobijas? ¿Es cuestión de escoger una religión? Sé que soy demasiado escéptico o sofisticado para eso. Veo con facilidad el papel psicológico y social que juega la relgión. Ya no la puedo ver o experimentar de forma literal o ingenua. Ya no puede ejercer su magia sobre mi. ¿Entonces qué? La levedad es insoportable y la pesadez psicológicamente insostenible.

lunes, 12 de noviembre de 2007

La fuente metafísica del cosmos

En la licenciatura estudié la carrera de biología. Quería ser médico, un neurocirujano para ser preciso. La idea de tener en mis manos la fuente de la conciencia me fascinaba. En el tercer año de la carrera tomé un curso obligatorio de introducción a la filosofía. El primer día de clases el profesor dijo, entre otras cosas, que hay tres clases de objetos de los que podemos tener conocimiento. La primera es de lo conocido/conocido. Por ejemplo, hay una manzana sobre la mesa. Es algo que sabemos, y sabemos que lo sabemos. La segunda clase es lo conocido/desconocido. La pregunta de si hay vida inteligente en otros planetas en el cosmos es una cuya respuesta es desconocida. Pero sabemos que no lo sabemos. Estamos concientes de que carecemos de ese conocimiento, pero lo podemos investigar. La tercera clase es lo desconocido/desconocido. Hay realidades, dijo el profesor, que desconocemos y que además no tenemos la más remota idea de que existen como posibilidades. Los antiguos egipcios, por ejemplo, no sabían nada de la mecánica cuántica, y tampoco sabían que no sabían. No existía ni como posibilidad para ellos. Esa idea me intrigó mucho. Lo que me cautivó no fue tanto el avance de la ciencia, de lo que los físicos están por descubrir, sino lo que yo estaba por descubrir, lo que quedaba por descubrirse en el porvenir de mi propia vida. Pues con eso la filosofía me enganchó. Agregué más cursos de filosofía a mis estudios y, terminando la carrera de biología un año después, tomé la decisión de seguir estudiando filosofía.

Pensaba que mis papás, al enterarse de mi decisión, no estarían nada contentos. Un médico, además de ser admirado y prestigiado, gana bien. ¿Por qué cambiar esto por algo que difícilmente me daría de comer? Sorprendentemente, respondieron muy bien. A mi mamá le gustó la idea porque siempre quiso que fuera sacerdote, y le parecía que la filosofía, más que la medicina, se acercaba más a las cuestiones espirituales de la religión. En ese momento no era lo suficientemente sofisticado en la jerga de los discursos filosóficos como para desdeñar la asociación que hacía mi mamá. Careciendo mi vocabulario de la palabra “ontoteología” y las malas connotaciones que tiene para Heidegger y Derrida, anhelaba intensamente los estudios de maestría y doctorado que me iniciarían en el sacerdocio del mundo de las ideas. Empecé la licenciatura queriendo sostener en mis manos la fuente física de la conciencia, y terminé queriendo sostener en mi conciencia la fuente metafísica del cosmos.

Si estás leyendo esto, eres muy afortunado

Si redujéramos la población del mundo a una pequeña comunidad de 100 personas, conservando las proporciones de hoy en día, veríamos, en parte, lo siguiente:

43 de ellos carecerían de condiciones sanitarias básicas
18 no tendrían acceso a agua potable
6 de ellos serían dueños de 59% de la riqueza
13 se acostarían en la noche con hambre
14 no podrían leer
12 tendrían una computadora
3 tendrían acceso al internet
1 tendría VIH/SIDA
quien tiene refrigiador, cama, y un techo sería más rico que 75% de la población
18 lucharían para sobrevivr con menos de 1 dólar al día
53 lucharían para sobrevivr con menos de 2 dolares al día

Que seas agradecido por lo que tienes, y que luches por un mundo mejor.

http://www.miniature-earth.com/me_spanish.htm

sábado, 10 de noviembre de 2007

El terror de la belleza

¿Quién, si yo gritara, me escucharía entre las jerarquías de los ángeles? Y aun cuando uno de ellos me abrazara estrechamente a su corazón, su existencia abrumadora me destruiría. La belleza, pues, no es sino el comienzo del terror, que apenas somos capaces de aguantar, y somos tan atemorizados porque serenamente desdeña aniquilarnos. Todo ángel es terrorífico.

Rilke, "Las Elegías de Duino"

viernes, 9 de noviembre de 2007

La gramática del amor

Tengo una amiga española muy puntillosa sobre la gramática del castellano. Vive en México y le cuesta mucho aceptar los variantes del español que se dan aquí. Me dice, "No, eso no se dice así, la forma correcta es . . ." Le he explicado que el lenguaje es algo vivo, que cambia, evoluciona dependiendo del contexto y el uso. Le digo que el chiste del lenguaje es la comunicación y si entiendes los variantes entonces no hay diferencia pragmática entre tú versión y la de aquí. Pero insiste que el castellano correcto se habla en España. Eso me hace pensar en la publicidad de esa escuela de inglés que se llama Bristol. Dice, "Un inglés muy inglés" (con una foto de John Lennon o Harry Potter). O sea, el inglés correcto se habla en Inglaterra, no en Estado Unidos ni Australia.

Por un lado esta postura me da hueva. Refleja un elistismo cultural muy tonto. Por otro lado, empecé a reflexionar sobre la tolerancia gramatical como metáfora para el amor y la infidelidad. Tengo pensado expresarlo en un poema pero aún no se me ocurre la manera. De momento les cuento la idea de forma más prosaica. Los puntos de comparación en el poema serían "comunicación lingüística:amor" y "tolerancia gramatical:infidelidad". Podemos tolerar variantes en la gramatica del lenguaje sin que éste deje de funcionar. Seguimos comunicando. La pregunta es si, de forma semejante, podemos tolerar cambios en la gramatica del amor. ¿Qué pasa cuando uno sale de las reglas estrictas de la dinámica de una relación, cuando ya no es fiel a esas reglas? ¿Puede una pareja tolerar la infidelidad y seguir amando como en el lenguaje toleramos cambios en la gramática sin dejar de comunicar? ¿Hasta qué punto se permite esta tolerancia? ¿En qué punto dejamos de entender al otro? ¿En qué punto la gramática del amor se fragmenta en pedazos de emociones que nos dejan aislados?

jueves, 8 de noviembre de 2007

Cosas que me rodean en este momento

un cigarro Pall Mall, nieve simulado, Vincent, una tarantula muerta, Confesiones de una máscara de Mishima, sueños de Tailandia, un manzana llena de papel, una expectativa melancólica, una tarjeta postal de Copenhagen, tres monedas de un peso

And miles to go before I sleep
And miles to go before I sleep

Poema IV


Una especie de poema


¿Sabes escribir poesía?
¿Me podrías enseñar?

Ya tengo algunas palabras,
una que encontré en la playa
en forma de una concha
y otra la saqué de mi ojo.
Hay una que me escribió un ciempiés
(tiene muchas sílabas)
y otra que creo que es china,
rara, pero está bonita.

Y aquí están todas, sobre la mesa.
Llevo horas combinándolas
pero no dicen nada. Hace poco
un gramático pasó por la ventana
y, frunciendo el cejo, siguió.
Que tonto me siento.

Pues te las dejo así en la mano,
ni modo. Si quieres, sacúdelas.
No es poesía, pero suena bonito.

martes, 6 de noviembre de 2007

Una Capilla entre la Caña

En el camino entre Coatepec y las Trancas hay una desviación que te lleva a un pueblito que se llama Mauhixtlan. Es un camino corto, dos o tres kilómetros a lo sumo, pero es encantador. Pasa uno por varias casas en el primer tramo y luego de repente hay unas curvas, desciendes, y las luces de la civilización desaparecen. El camino se enderece y hay un largo tramo que pasa por medio de un campo de caña. Al lado izquierdo hay un pequeño panteón que con la luz de la luna se ve tétrico y muy llamativo. Cuando lo veo escucho en mi mente las primeras barras del tercer movimiento de la primera sinfonía de Mahler. Parece muy apropiado. Nunca me he metido ahí pero me gustaría. Pasando el panteón es puro campo de caña. A la mitad del trayecto hay un pequeño caminito donde puedes meter tu coche. Me gusta ir muy de noche, de madrugada cuando los demás están dormidos, y meter mi Ford Ka como un escarabajo entre las olas de caña, totalmente escondido. Pongo una cobija en el techo del coche y ahí me acuesto bajo la manta de la inmensidad del universo. En lugares como éste las estrellas pierden su timidez y brillan como señoritas en su quinceaños.

Alguna vez leí algo sobre las dimensiones del universo que quedó grabado en mi mente. Hablaba de las dimensiones de la tierra, su circunferencia de 25,000 kilómetros, la distancia a la luna, los 150,000,000 kilómetros entre la tierra y el sol. Nuestro sol es relativamente pequeño. Véase esto para ver una comparación visual entre el sol y la estrella más grande que los astrónomos han encontrado. Aún así un millón de tierras podrían caberse dentro de nuestro sol. Impresionante! Pero más impresionante aún es el hecho de que en nuestra galaxia, la Vía Lactea, hay 500,000,000,000 estrellas! Pero espera, se pone mejor aún. Si algún día te encuentras de noche en un campo de caña acostado en el techo de tu coche, saca una moneda de tu bosillo, extiénda tu brazo y sostiene la moneda contra el cielo. Lo que la moneda está ocultando de tu vista, o sea, lo que está detrás de es moneda que no puedes ver son 1,500 galaxias, cada unos con miles de millones de estrellas. Si mueves la moneda tantito en la dirección que sea cubre otras 1,500 galaxias. Y luego tantito más y tantito más hasta cubrir una esfera imaginaria por todo tu alrededor, todas las galaxias que implica eso y las miles y miles y miles de millones de estrellas, nada más en el universo observable! El suspiro que se me escapa en momentos como ese es, para mi, el equivalente a una oración. Cuando quiero sentirme religioso voy en camino a Mauhixtlan.

Poema III


En Paz


Ya no voy a luchar
contra lo imposible.

Me someto a sus leyes. Acepto
con el aplomo de los ciegos

el circuito de los astros.
El éter de las proporciones matemáticas

me cae encima como neblina,
como la tierna marea de palabras

que llama tu nombre. Y así duermo
en el acogedor aprieto

de mi finitud, bajo la sábana
de una cama bien tendida,

soñando estas palabras
que te mando como un niño

que suelta globos en la noche.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Vavi, reina guerrera de las Amazonas




Esta magnífica fotografía es de mi abuela materna, Agnes Costa. Nació en 1918 en las Islas Azores que pertenecen a Portugal. En portugués "abuela" se dice "vovozinha" o "vovo". Por alguna razón era más fácil, para nosotros niños, decir "vavi" así que para mi ésta es una foto de Vavi.

Su esposo murió cuando mi mamá tenía 6 o 7 años así que Vavi tenía que manejar el rancho sola para mantener a sus tres hijos. En esta foto la vemos en plena acción en el rancho.

Me encanta la foto no sólo por las emociones que me provoca como nieto de Vavi sino también por cuestiones puramente estéticas. Todos los elementos de la escena se combinaron felizmente para impartir una imagen altamente estilizada y simbólicamente provocadora. Se nota que el caballo fue criado para trabajo de rancho. Los músculos de su pecho y el mismo ancho del animal que se nota más que nada en su cuello dan testimonio de eso. Si el fotógrafo estuviera a su lado veríamos aún más claramente la inmensidad del tamaño y el poder del caballo. Pero está en una posición muy estilizada. Las crines paradas, la cabeza inclinada a una posición de sumisa tranquilidad. El conjunto de la cabeza y el cuello dan la impresión de un bronce antiguo tal como éste hecho en Yemen dos siglos antes de cristo.



Montada en el caballo una mujer. La postura que asume connota
poder y dominio. Un brazo en jarras y el otro con las riendas dice que está en control, pero de forma tranquila, sin esfuerzo. La ropa que trae puesta, las botas y los overol, es ropa de hombre. Lo que impacta es que hay una mujer adentro dominando este mundo del hombre. Sabemos que es mujer por los senos, pero lo que hace que esta fotografía sea más que meramente una mujer montada en un caballo es la posición de su cabeza. Está inclinada en un pose coqueto, típicamente hollywoodense, estilizado. Está coqueteando con el hombre, pero desde una posición de poder. No tiene que darle nada porque ella está en control.

Esta foto ha de haberse tomado alrededor de la Segunda Guerra Mundial. En aquél entonces, en los EU, existía propaganda para invitar a la mujer a unirse al esfuerzo industrial de la guerra. Uno de los personajes (ficticios) de esta propaganda es, ahora, icónica. Se llama "Rosie



the Riveter". Un riveter es alguien que coloca los remaches en las barras de acero. Sea Rosie, o Cleopatra, Nerfertiti, o la reina guerrera de las Amazonas, están presentes todas ellas en esta mítica representación de la mujer.

Te amo Vavi.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Despacio

Hoy trepé un árbol. Tiene años que no lo hago. Algunos que pasaban abajo me miraban como si me hubiera quitado la ropa. Los pájaros volaron a otro árbol y desde ahí me quedaban viendo. Una fila de hormigas que bajaban una rama no me hicieron caso, seguían cargando sus hojitas verdes como yates en una regata. Que bien me sentí en los brazos de ese árbol. Me gustan por el placer que toman en moverse con infinita lentitud.

Las Practicas de la Escritura

La mayor parte de lo que escribo aquí se plasma, en primera instancia, en una hoja de papel. Es una práctica que conservo de cuando empecé a escribir poesía. En aquel entonces no tenía computadora. Me sentaba en un sillón verde que encontré tirado a la basura de un vecino en Boston. Lo rescaté porque tenía descansabrazos de caso 30cm de ancho, ¡perfecto para escribir! Y ahí me sentaba con hojas blancas de papel y escribía conforme me inspiraban las musas. Aunque con el tiempo pasé toda mi poesía a la computadora, conservo esas hojas. Lo que más me gusta es ver todas las correcciones que hice, las tachaduras, lo que escribía en el margen, etc. Muestra la evolución del poema, los cambios, las distintas cosas en las que pensé al llegar al producto final. En una computadora es demasiado fácil borrar, entonces se pierde todo eso, se pierde digamos la historia geográfica de tu vida mental. Algún día me gustaría experimentar escribir con una pluma de esas antiguas y un tintero. Se me hace que la exactitud de pensameinto de Kant y la belleza de los aforismos de Schopenhauer tienen algo que ver, por lo menos, con el ritmo de parar de escribir, meter la pluma en el tintero, sacudirla para quitar el exceso y volver a escribir. La mecánica de escribir con pluma frena la verborrea y nos hace más cuidadosos quizá.

Escribo en un espacio bastante grande, mide 10 por 5 metros y tiene una boveda de ladrillo. Tiene una acustica ideal para cantos gregorianos o cosas por el estilo. Ahora estoy escuchando la primera serenata de Brahms. Esa pieza en particualr me pone meditativo sin distraerme. Mandé a hacer un escritorio de madera de 2 metros por 1. Lo hice al estilo Arts & Crafts, que me fascina. Sobre el escriorio hay una lampara, varios libros, lápices y bolígrafos, y un espacio amplio nada más para la hoja que es el objeto de mi concentración. Tomo un lápiz y le saco un punta bien fina. Luego golpeo la punta contra el escritorio para que se rompa un poco. La punta que queda es perfecta para escribir. Mi gato Vincent siempre pide que suba a acostarse en el rezago de mis piernas. Pasa un par de minutos dando vueltas y llorando para que le rasque pero luego se calma y se acuesta. Está ahí ahora dormidita. Siento la vibración de su ronrroneo en mis piernas. Entre eso, la música, y el silencioso reclamo de la hoja de papel llego, de alguna forma a veces mágica, a escribir algo.

sábado, 3 de noviembre de 2007

En un viejo barrio de La Habana

Estoy ahora en un viejo barrio de La Habana, las calles desiertas. El sol caribeño la ha abandonado y su calor, que hace unas horas bañaba la ciudad, va lentamente de salida como la marea. Pero algo de magia pervive aquí. Entre los ruidos vespertinos comunes de la ciudad escucho de repente una lejana modulación en el aire, un ritmo que empieza a ordenar mis pasos y llevarlos. Me encuentro unos momentos después en un callejón y en unos pasos más frente a una puerta. Al abrirla se le agrega al indefinido ritmo de antes una panoplia de sonidos diferentes instrumentos musicales, todos bañados de una voz dulce y melancólica a la vez. Ahí está Omara Portuondo cantando como sólo ella puede. No hay nadie en el lugar y la música quién sabe de donde viene. La voz de Omara me lleva a una mesa. Hay una botella de ron encima de ella, pero antes de tomar un trago escucho las primeras cordas de "La Sitiera" y es cuando siento tu mano en mi hombro. Miro a mi lado y encuentro tus ojos, una enigmática sonrisa que dice todo lo que hay que decir. Salimos a la pista y ahí, rodeados por mesas desde hace mucho abandonadas, entramos al mundo que Omara teje con su voz, cuerpo a cuerpo, ojo a ojo, pisando las notas como si formaran la tierra de nuestra comunión diaria.

Poema II



La caza



Mi presa es más lista
de lo que pensaba.

No puedo simplemente enseñarle la cama
para que se someta.

Tendré que invitarle a comer
abrirle la puerta
acomodar su silla
pedirle al mesero que nos traiga una vela

para que a la luz de la llama
vea algo angelical en mi cara
inocente y puro.

Dejaré caer una frase en latín
para impresionarlo,
un chiste para que se ría,

y luego, paseando por el parque
entre la luz de la luna
y las lejanas cuerdas de una guitarra

le pediré que me enseñe bailar
para que su cuerpo esté rozando el mío

y aprovechando la cercanía de su oído
le susurraré un poema, dejando caer cada palabra

como gotitas de veneno. La trampa puesta
y ejecutada!

Y en mis brazos un ángel,
lánguido, dócil, bello,

mío.

Poema I


El juego


Los poemas que más me gustan patinan
sobre la superficie

como tus dedos sobre mi espalda.

Sus palabras se ríen
cuando les das cosquillas

entre las costillas.

De repente su orden se colapsa

en la lógica traviesa
de los niños jugando.

No hay nada que analizar, nada
que preguntar,

es tan profundo como la flor
en mi mano

que pongo en la tuya.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Una Pequeña Teoría acerca del Sentido de la Vida

Esta pregunta es tan antigua como los astros. No sé la respuesta, de hecho no creo que tenga una, pero creo que vale la pena reflexionar sobre ella. A veces hago esta pregunta en mis clases. Nos damos cuenta rápidamente que la gran variedad en las respuesta refleja la gran variedad en opiniones sobre la naturaleza humana y el concepto del bien. Propongo a mis alumnos que en vez de preguntar por el sentido de la vida de los seres humanos que lo hagamos por las plantas. Les parece rara la idea pero les pido paciencia. Veamos.

¿Cuál es el sentido de la vida para las plantas? De alguna forma u otra una respuesta tendría que ver con nuestra concepción del bien. ¿Qué constituye una buena planta? Podemos fácilmente distinguir entre una planta buena y una mala. La buena es verde, robusta, da flores, fotosintetiza, etc. Diríamos que una planta en estas condiciones, manifestando estas características y capacidades, ha logrado el mejor estado de su especie. No hay gran variedad de opinión sobre lo que constituye una buena planta. Luego les pregunto ¿cuáles son las cosas que necesita una planta para lograr ese estado? En la mayoría de los casos se trata de tierra, agua, sol, etc. Si de casualidad la semilla de la planta cae en tierra fertil con fuente de hidración empezará a crecer. Pero además necesita la luz del sol. Una de las virtudes (en el sentido griego de la palabra) que tiene la planta para conseguir la luz del sol es algo que se llama heliotropismo (helio – sol; tropismo – girar). Todos hemos visto un árbol que crece en la sombra de otro más grande y hemos visto cómo girar hacia un lado para que la luz del sol le alcance. Sin este poder o virtud no llegaría a tener lo que necesito para “vivir” bien.

En este momento vuelvo a la pregunta por los seres humanos. No sé qué constituye una buena vida (tengo mi opinión pero no es algo que puedo comprobar). Sea lo que sea, creo saber cuál es una de las virtudes que necesitamos para lograrla. Creo que el equivalente del heliotropismo para los seres humanos es la admiración “mirar hacia”. Esta idea es aristotélica de hecho. Necesitamos un modelo a seguir, nuestro propio sol que nos dé sustento, una imagen o patrón de la buena vida. Como los pilotos (por lo menos en la antigüedad) necesitaban una vista de los astros para navegar el mar y llegar a su destino, así nosotros necesitamos nuestra propia cosmología de héroes, de gente que han hecho el viaje y que nos cuenta cómo fue. No para imitarlos, claro está, sino para inspirarnos. Fíjate en la etimología de la palabra “inspirar”. Tiene que ver literalmente con ingerir aliento, ingerir el aliento o espíritu del que nos inspira, del que ad-miramos. Algunos que han compatido su espíritu conmigo en este sentido son el Dalai Lama, Nietzsche, Maya Angelou, Herman Melville, Walt Whitman, Henry David Thoreau y Ralph Waldo Emerson, entre muchos más. Escribiré sobre mis heroes más adelante.

Amor, Internet, y Elección Racional

Todo el mundo dice que el amor llega cuando llega y cuando menos lo esperas. No puedes hacer nada para apurarlo. Sé que tienen razón pero no me gusta oírlo. Para algunas cosas soy impaciente. En estos últimos tres años y medio he aprendido vivir con mi soledad y aprovecharlo, pero extraño mucho la vida de pareja, compartir, convivir y aprender de otro hombre que esté a mi lado. Para que te hagas una idea de mi avanzada edad, la última vez que fui soltero no existía el internet! Jajaja, qué bárbaro! Voy conociendo gente a la antigua (en bares, la calle, eventos culturales, por amigos, etc) pero también ahora por internet, en esos sitios de encuentro donde puedes poner un perfil con tu foto. Todos los días me llega algún mensaje. Muchas veces la foto que acompaña el perfil del remitente muestra una parte del cuerpo que en la calle mantenemos cubierta. La intención es clara. Pero también de gente buscando el amor. He conocido a mucha gente así y he hecho algunos buenos amigos pero nada más. Eugenio me dice que no quiero enamorarme, que tras tantos pretendientes sin resultado alguno que la razón es clara, estoy contento como soltero. Y yo le digo que no!! Soy demasiado exigente me dice. Pues sí, uno no va a declarar el amor a cualqueira. Pero aún así empezaba a preguntarme si no tenía algún bloqueo mental a enamorarme, algún miedo o algo así. Y luego encontré algo muy interesante que quizá explique en alguna medida las dificultades de enamorarse en esta época del internet.

Uno de los dogma del racionalismo occidental consiste en la maximización de la utilidad. En la decisiones que tomamos hay que maximizar lo útil para nosotros. En mucha medida esto significa maximizar la libertad. Para hacer eso hay que maximizar el abanico de elecciones, de opciones que tenemos para elegir. Más elección = más libertad. Más libertad = más utilidad, más bien estar. Cuanto más opciones, más capaces seremos de vivir contentos. Pues resulta que esto no es cierto! Les pongo un ejemplo. Han hecho muchos estudios de la elección de consumidores. En un supermercado, por ejemplo, ponen una mesa con 5 variedades mermelada. La gente llega, prueba las diferentes variedades, y la mayoría compra una. Cuando ponen una mesa con 20 variedades la gente llega, empieza a probar, van de una en otro, se olvidan cómo sabía una de ellas, vuelve a probar, y así sucesivamente y a fin de cuentas se confunden y muy pocos compran una de las mermeladas. ¿Por qué? Barry Schwartz tiene un libro que se llama The Paradox of Choice (puedes ver un video de él hablando de esto aquí). Básicamente explica que cuanto más opciones tengamos más suben nuestras expectativas, somos más exigentes (Eugenio tiene razón). Nos preocupa elegir bien, elegir la mejor opción, y si no lo hacemos sentimos arrepentimiento y culpamos a nosotros mismos. Si viviera yo en un pueblito con tres posible pretendientes sería mucho más fácil elegir. Pero en nuestras sociedades modernas y especialmente con los miles y miles de perfiles y espacios en internet la toma de decisión se vuelve muchísimo más difícil. ¿Me quedo con él? ¿Que tal si el amor de mi vida está en la siguiente página? ¿Me explico? Que locura!! Me di cuenta que quizá este fenómeno me está afectando. ¿Será? Voy a tener que cultivar la virtud de la paciencia, borrar mis perfiles, y esperar a conocer el amor de mi vida en un elevador! El amor no se elige sino se padece.

jueves, 1 de noviembre de 2007

¿A dónde ir?

Estoy tramitando mi año sabático en la UV. Si lo aprueban empezará en febrero de 2008. Voy a aprovechar para terminar mi libro de introducción al pensamiento de C. S. Peirce. Tengo claro que no quiero pasar el año en Xalapa. El mundo es grande y hay mucho por conocer. Siempre me ha fascinado Asia. Estoy pensando seriamente en irme a Tailandia. De hecho he empezado a aprender el idioma. ¡Qué difícil! Pero es muy estimulante aprender otro idioma. Expande las neuronas. También me encantaría comprar una moto e irme en un viaje por América Latina, inspirado, por supuesto, en el viaje de Ché Guevara. Me resulta muy tentadora la segunda opción no sólo porque me encantan las motos sino por el libro Zen and the Art of Motorcycle Maintenance que leí hace muchos años. Es un libro maravilloso, muy filosófico. El viaje en la moto es una metáfora para el viaje espíritual, el zen del mantenimiento del alma. Sería, sin duda, una aventura en los dos sentidos, físico y espíritual. Hace diez años vine a vivir en México y ahora 10 años después me ha picado el wanderlust de nuevo. La inercia de la cosas llega a pesar mucho. Quizá por eso Nietzsche andaba de lugar en lugar para librarse del espíritu de la gravedad, como en Así habló Zaratustra. Ah, mi querido Nietzsche, siempre que pienso en ti te veo abrazando a ese caballo que mal trataban en la calle. Las alturas de tu pensamiento no rebasan a ese gesto tan hermoso, por muy humano que fuera.

Viñetas I

La belleza de una palabra que sobrevive la destrucción del mundo sin nadie ahí que la hable o la escriba.

Encuentras una grabadora en la calle. Escuchas un mensaje que dice que lo voltees. Al otro lado, tallado con una navaja en el metal de la máqunia, lees un mensaje y te das cuenta que lo que dice ahí no pudo haberse grabado con la voz.

Mis palabras han perdido su sentido. Las veo subir como globos, dando vueltas en el espacio, inútiles. Descienden meses después en Japón. Un tipo las saca del aire con sus dedos y se las come, una por una. Empieza a escribir poesía, se vuelve famoso. Yo aquí, mudo, payaso de gestos y gemidos, interlocutor de perros y colibríes.

El hombre en el mercado vende naranjas. Vende también el jugo de estas naranjas. Y piñas, y el jugo de piñas. Es un hombre gordo, sentado en una banca, abanicándose con su sombrero. Viene una prostituta. Ella es vendedora también, pero se burla del gordo sentado en la banca. Ella está llena de jugo pero sólo vende la corteza.

La falsa propiedad de los árboles, parados erectos y aislados, mientras que debajo, como jovenes amantes en la mesa, sus raíces se mezclan.