En Paz
Ya no voy a luchar
contra lo imposible.
Me someto a sus leyes. Acepto
con el aplomo de los ciegos
el circuito de los astros.
El éter de las proporciones matemáticas
me cae encima como neblina,
como la tierna marea de palabras
que llama tu nombre. Y así duermo
en el acogedor aprieto
de mi finitud, bajo la sábana
de una cama bien tendida,
soñando estas palabras
que te mando como un niño
que suelta globos en la noche.
martes, 6 de noviembre de 2007
Poema III
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