viernes, 2 de noviembre de 2007

Una Pequeña Teoría acerca del Sentido de la Vida

Esta pregunta es tan antigua como los astros. No sé la respuesta, de hecho no creo que tenga una, pero creo que vale la pena reflexionar sobre ella. A veces hago esta pregunta en mis clases. Nos damos cuenta rápidamente que la gran variedad en las respuesta refleja la gran variedad en opiniones sobre la naturaleza humana y el concepto del bien. Propongo a mis alumnos que en vez de preguntar por el sentido de la vida de los seres humanos que lo hagamos por las plantas. Les parece rara la idea pero les pido paciencia. Veamos.

¿Cuál es el sentido de la vida para las plantas? De alguna forma u otra una respuesta tendría que ver con nuestra concepción del bien. ¿Qué constituye una buena planta? Podemos fácilmente distinguir entre una planta buena y una mala. La buena es verde, robusta, da flores, fotosintetiza, etc. Diríamos que una planta en estas condiciones, manifestando estas características y capacidades, ha logrado el mejor estado de su especie. No hay gran variedad de opinión sobre lo que constituye una buena planta. Luego les pregunto ¿cuáles son las cosas que necesita una planta para lograr ese estado? En la mayoría de los casos se trata de tierra, agua, sol, etc. Si de casualidad la semilla de la planta cae en tierra fertil con fuente de hidración empezará a crecer. Pero además necesita la luz del sol. Una de las virtudes (en el sentido griego de la palabra) que tiene la planta para conseguir la luz del sol es algo que se llama heliotropismo (helio – sol; tropismo – girar). Todos hemos visto un árbol que crece en la sombra de otro más grande y hemos visto cómo girar hacia un lado para que la luz del sol le alcance. Sin este poder o virtud no llegaría a tener lo que necesito para “vivir” bien.

En este momento vuelvo a la pregunta por los seres humanos. No sé qué constituye una buena vida (tengo mi opinión pero no es algo que puedo comprobar). Sea lo que sea, creo saber cuál es una de las virtudes que necesitamos para lograrla. Creo que el equivalente del heliotropismo para los seres humanos es la admiración “mirar hacia”. Esta idea es aristotélica de hecho. Necesitamos un modelo a seguir, nuestro propio sol que nos dé sustento, una imagen o patrón de la buena vida. Como los pilotos (por lo menos en la antigüedad) necesitaban una vista de los astros para navegar el mar y llegar a su destino, así nosotros necesitamos nuestra propia cosmología de héroes, de gente que han hecho el viaje y que nos cuenta cómo fue. No para imitarlos, claro está, sino para inspirarnos. Fíjate en la etimología de la palabra “inspirar”. Tiene que ver literalmente con ingerir aliento, ingerir el aliento o espíritu del que nos inspira, del que ad-miramos. Algunos que han compatido su espíritu conmigo en este sentido son el Dalai Lama, Nietzsche, Maya Angelou, Herman Melville, Walt Whitman, Henry David Thoreau y Ralph Waldo Emerson, entre muchos más. Escribiré sobre mis heroes más adelante.

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