sábado, 3 de noviembre de 2007

Poema II



La caza



Mi presa es más lista
de lo que pensaba.

No puedo simplemente enseñarle la cama
para que se someta.

Tendré que invitarle a comer
abrirle la puerta
acomodar su silla
pedirle al mesero que nos traiga una vela

para que a la luz de la llama
vea algo angelical en mi cara
inocente y puro.

Dejaré caer una frase en latín
para impresionarlo,
un chiste para que se ría,

y luego, paseando por el parque
entre la luz de la luna
y las lejanas cuerdas de una guitarra

le pediré que me enseñe bailar
para que su cuerpo esté rozando el mío

y aprovechando la cercanía de su oído
le susurraré un poema, dejando caer cada palabra

como gotitas de veneno. La trampa puesta
y ejecutada!

Y en mis brazos un ángel,
lánguido, dócil, bello,

mío.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De todos los poemas que pueden existir en el mundo, este me gustó mucho porque tu no eres el clásico poeta que utiliza frases rebuscadas que muchas veces no encontramos sentido.

Con tu sencillez eres capaz de trasmitir lo que estas pensando, sintiendo y viviendo.

Johny Sampieri

CHOCOLATE dijo...

TRAMPOSOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!
que delicia.. jajajaja