jueves, 29 de noviembre de 2007

El glamour en la oscuridad

Hace tiempo tuve un perfil en un sitio de redes sociales que se llama hi5. Puedes buscar perfiles y si te gusta uno puedes mandarle un mensaje diciéndole que te gustaría ser su amigo. Si el otro acpeta nada más pincha un botón y se agrega a tu lista de amigos. Hay gente con cientos y hasta miles de amigos. Todo el mundo sabe que esto no se trata de amigos. Quizá esté en contacto con tres o cuatro en su lista pero los demás son como una especie de harén. Están ahí para que el usuario se sienta glamoroso.

¿Qué es el glamour? En su libro Ways of Seeing John Berger lo describe como "El estado de ser envidiado". "Ser enviado es una forma solitaria de tranquilidad. Depende precisamente de no compartir tu experiencia con aquellos que te envidian. Te observan con interés pero tú no observas con interés - pues si lo haces, serás menos envidiable." La gente que anda con lentes de sol, aun cuando no hay sol, pueden aprovechar esta curiosa relación. Otros la ven, y esta persona lo sabe, pero debido a la oscuridad de los lentes los otros no son reciprocados con la mirada. Los otros son los adoradores del glamour.

Los chavos que tienen una lista de 1,500 amigos en su perfil están haciendo algo parecido. En lugar de esconderse tras unos lentes de sol está escondido en la anonimidad del internet y así puede ostentar su lista de amigos. El hecho de que tantos aceptaron ser su amigo le hace envidiable, glamoroso. Sabe que los que ven su perfil tienen esa reacción de envidiarle. Bueno, muchos sí, los chavitos sí, yo no. Lo veo como señal de superficialidad y nada envidiable. Si me encontrara con tal persona en la calle o un café seguro que me parecería más que banal.

Sin embargo aquí estoy, solo. En mi cavernosa casa en la que mi eco se reverbera de un extremo al otro, ando solo. Tecleo estas palabras. Los amigos que tengo son buenísimos. Me quieren mucho y los quiero a ellos. Pero no es suficiente. Siempre llega el momento de la despedida. Cada quien va a su casa. En la oscuridad me paro ante el espejo, toco su marco, paso la mano por encima del rostro que vería si sólo encendiera la luz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me comprare unos lentes de sol inmediatamente.... jajaj no es cierto, en el area de filosofia hay unos dos o tres q siempre usan tales lentes aun cuando no hay sol... pero me ha parecido ultimamente encontrar una belleza en la mirada hacia el otro, q el otro sepa que lo ves, no se por que suele considerarse malo ver a otro, y que nos ha de dar pena. Solo en casos en los que otro/a te gusta es cuando es 'mas o menos' licito que se percaten de que veas para que se percaten -o se hagan una idea- de tus intenciones, pero por que no ver al otro sin intenciones mas que las del mero conocimiento? por que es o todo o nada? Los lentes de sol supongo, sirven tambien para esto, para no ofender al otro con tu asombro.
Daniel

Darin McNabb dijo...

Lo que dices me hace pensar en mi relación con los alumnos de la facultad de filosofía. Todos ahí saben que el Mtro. Darin es gay. Me he dado cuenta que trato de no ver fijamente, ni por un segundo, a los chavos en la facultad pensando que se sentirían incómodos. Es que no me gusta incomodar a la gente en espacios sociales. Y luego me di cuenta que si un chavo se siente incómodo porque lo veo sólo por un segundo, pues ya sabe cómo se sienten todas las chavas ante la mayoría de los maestros que son heterosexuales. Además, muchas chavas me ven a mi con una mirada más que inocente. A mi me gusta mucho, no me incomoda nada. Es un halago. Quítense los lentes de sol y nos halaguemos a todos!!